NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

RALLYS

Kris Meeke y Dani Sordo: vidas paralelas mas allá de los rallys

Protegidos de McRae y Sainz, grandes amigos y rivales desde 2005 en júnior, sus vidas se han cruzado hasta ahora, que son residentes en Andorra.

Actualizado a
Kris Meeke y Dani Sordo: vidas paralelas mas allá de los rallys

Año 2005. Dos jóvenes pilotos pelean por ganar el Campeonato del Mundo de Rallys Júnior al volante de respectivos Citroën C2. Uno, nacido en Puente San Miguel, Cantabria, España y protegido en aquella época de Carlos Sainz. El otro, procedente de County Tyrone, Irlanda del Norte, Gran Bretaña, protegido a su vez del añorado Colin McRae. Una rivalidad deportiva que se transformó en una gran amistad desde entonces, a la par que sus carreras deportivas se han ido cruzando.

“Dani es uno de mis mejores amigos”, explica Meeke. “Ya cuando corríamos en Júnior le fui a visitar a Santander y estuve una semana conviviendo con él y su familia, que son una gente encantadora. Es un tío estupendo. Cae bien a todo el mundo, pero en nuestro caso es amistad verdadera. Es un rival, pero sobre todo un amigo, y me alegré mucho de su triunfo en Cerdeña. Y ahora vivimos los dos en Andorra, a un kilómetro de distancia. Pero fue una coincidencia porque cuando yo decidí irme a vivir allí, él lo decidió al mismo tiempo, sin planearlo”.

El británico asegura divertido que “una vez les regaló a mis hijos ropa de su línea personalizada. En el siguiente rally mi mujer me envió una foto con mis hijos vestidos con la ropa de Dani Sordo. He tenido que crear una línea de ropa con mi nombre para contrarrestarlo. Mis hijos le quieren mucho, y siempre me piden que vayamos a verle en Andorra”.

“Cuando estamos en casa necesitamos relajarnos y quedamos para montar en bicicleta, conducir buggys o con las motos de trial. Como el tiempo suele ser muy bueno, resulta más fácil que en mi tierra. Y en invierno practicamos esquí, trineos…es fácil porque compartimos aficiones. Nos llamamos por teléfono y organizamos planes, hablamos de las cosas habituales que hablan los hombres y, en definitiva, hacemos lo que hacen dos buenos amigos”, reconoce.

Su anécdota más divertida es “una vez estábamos en Grecia y al acabar el rally íbamos a volver a casa, y él no entendía que necesitaba un pasaporte para volar. Perdió el avión, tuvo que coger uno posterior y seguía preguntándose porque necesitaba un pasaporte. Decía que él sólo quería volver a casa”, recuerda riendo a carcajadas. “Fue en el año en el que corríamos en júnior, que a él le ayudaba Sainz y a mí McRae. Ellos pilotaban para Citroën y fue una etapa muy bonita”.