Seis mil tanques a las puertas de Ucrania

II Guerra Mundial

La mayor batalla de blindados de la historia se libró en Kursk hace ochenta años, muy cerca del frente actual

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Russian President Vladimir Putin (C) with World War II veterans attend  in a flowers laying ceremony in Battle of Prokhorovka monument at the State Military-Historical Museum of Prokhorovka Field, in southern Russian Belgorod region, on July  12 2013. The 1943 Battle of Prokhorovka was fought near the settlement of Prokhorovka, 54 miles (87 km) southeast of Kursk, on the Eastern Front during the Second World War as part of the Battle of Kursk in the Soviet Union. The Wehrmacht's II SS Panzer Corps clashed with the Red Army's 5th Guards Tank Army. It is regarded as one of the largest tank battles in military history. AFP PHOTO / POOL/ YURI KOCHETKOV (Photo by YURI KOCHETKOV / POOL / AFP)

Vladímir Putin, en un acto de conmemoración de la batalla de Kursk, en el 2013, junto a veteranos 

AFP

La intensidad de la controversia en torno al abastecimiento de carros de combate a Ucrania demuestra hasta qué punto estos vehículos se han convertido en una arma clave en el frente diplomático y propagandístico, pero sobre todo en el militar. Sin embargo, el peso de los tanques en los conflictos modernos no es una novedad sobre todo en este lugar de Europa. Como si respondiera a un mal endémico, a apenas 100 kilómetros al este de la actual frontera ucraniana, se libró hace ahora 80 años la batalla de Kursk entre el ejércico alemán y el soviético, el mayor choque de blindados de la historia en el que 6.000 tanques se batieron en condiciones terribles.

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Esta batalla, icono propagandístico en Rusia, es mucho menos conocida para el gran público de Occidente, como sucede con las vicisitudes del frente oriental de la Segunda Guerra Mundial, únicamente con la salvedad de Stalingrado. No obstante, fue el infierno de acero y fuego de Kursk el que realmente selló el cambio de signo de la guerra pues Alemania perdió toda su iniciativa en el frente ruso y pasó a batirse en retirada.

Tras la caída de Stalingrado, a inicios de 1943, el ejército alemán, vencido pero aún con una capacidad de combate formidable, planeó la Operación Ciudadela, una contraofensiva para encerrar en una bolsa a las fuerzas rusas más avanzadas. Para ello reunió una fuerza de 2.700 carros de combate a la que los soviéticos oponían 3.600. Más de 6.000 tanques que consagraron esta batalla, iniciada a primeros de julio, como el mayor choque de la historia en su especie. En el sur, el ataque alemán partía de Jarkov, una ciudad con resonancias muy actuales.

Dos millones de soldados en medio del caos

Una vieja sentencia asegura que ningún plan militar resiste el primer encuentro con el enemigo. Cabe añadir que eso es todavía más cierto cuando ese enemigo conoce por anticipado el plan, que es lo que sucedió, pero esa anticipación no evitó que a partir del día 5 se desatara el caos. El ejército alemán, pese a los reveses pasados, pecó de exceso de confianza, tal vez pensando que el mejorado blindaje de sus Tiger bastaría para derrotar a los soviéticos. Vasili Grossman, el gran cronista de la guerra en el frente oriental, recogió en sus notas como los cañones disparaban contra estos blindados y “los proyectiles los alcanzaban “pero rebotan como guisantes”.

Los blindados de la URSS tenían un alcance inferior al de sus rivales, de manera que se veían obligados a acercarse mucho al enemigo para disparar. Un oficial soviético relató cómo los tanques de ambos bandos “chocaban unos contra otros” y que “cuando se enganchaban y no podían separarse combatían a muerte hasta que uno de ellos ardía”. En el otro lado, un oficial de tanques alemán, citado por el historiador británico Max Hastings en Se desataron todos los infiernos (Crítica), recordaba que “nos hallábamos enfrentados a una masa de carros blindados que parecía inagotable; jamás como aquel día había tenido yo la sensación tan abrumadora de la fuerza y la masa rusas”.

(Eingeschränkte Rechte für bestimmte redaktionelle Kunden in Deutschland. Limited rights for specific editorial clients in Germany.) 2. WW, campaign against soviet union: War theater: battle of Kursk - tanks (Tiger I) and infabntry entering a burning village.  August 1943  (Photo by ullstein bild/ullstein bild via Getty Images)

Un tiger alemán entra en un pueblo en llamas en 1943 

ullstein bild via Getty Images

Una reflexión que remite a la enorme capacidad industrial de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial y que evoca las recientes declaraciones de Vladímir Putin en que destacaba que la producción rusa actual hacía inevitable la victoria en Ucrania.

El también británico Antony Beevor recuerda que, a pesar de la ingente cantidad de blindados, la de Kursk fue mucho más que una batalla entre carros de combate. A menudo se olvida que la guerra mecanizada e industrial que representan los tanques no sería posible si dentro de ellos no hubiera militares que mataran y murieran. El historiador recuerda que el desarrollo del choque habría sido distinto si no hubieran tomado parte los zapadores soviéticos que sembraron los campos de minas, los artilleros o los aviadores. En total, la URSS llevó al campo de batallas a 1,3 millones de soldados que se enfrentaron a 900.000 alemanes.

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Con más de 250.000 muertos o desaparecidos, la cifra de fallecidos soviéticos superó ampliamente a la de sus rivales, como acostumbra a suceder en la historia militar rusa. Alemania, en cambio, perdió a algo más de 80.000 hombres, pero, pese a que sus bajas fueron inferiores, un mes y medio después de los primeros cañonazos había sido derrotada. No se puede decir que fuera un desastre militar, pero a partir de aquel momento las fuerzas nazis cedieron completamente la iniciativa en el frente oriental.

Kursk se convirtió en un icono propagandístico y pasó a ser, como Stalingrado, un símbolo de la potencia militar rusa y de la capacidad de sacrificio del país. El submarino nuclear hundido en el año 2000 con 112 tripulantes a bordo en la peor catástrofe naval de la era postsoviética llevaba este nombre en honor a la batalla.

La otra gran batalla, en Irak en 1991

Pero desde febrero de 1991 otro choque armado disputa la primera posición de Kursk. Aunque tampoco es excesivamente conocida, la batalla que enfrentó durante un día y medio a 3.000 carros de combate estadounidenses e iraquíes durante la Operación Tormenta del Desierto fue también de dimensiones colosales. Es cierto que implicó la mitad de vehículos que la que tuvo lugar en suelo ruso pero, en cambio, se concentró en solo 36 horas.

Members of a media team pose in front of an Iraqi T-72 main battle tank destroyed by U.S. forces during Operation Desert Storm. Pictured from left are: Keith Lebling, producer, Keith Tayman, photographer, and Journalist 2nd Class Pete Hatzakos. The three men are documenting Marine activity in the area for the Navy Broadcasting Service's television program,

Periodistas estadounidenses posan ante un T-72 destruido en la batalla 

Corbis via Getty Images

En realidad, en ese lapso de tiempo no se produjo solo un encuentro armado, sino tres, en los que la superioridad tecnológica estadounidense quedó sobradamente demostrada. Los primeros oponían sus modernos Abrams a los anticuados T-72 iraquíes de fabricación soviética, modelos que, en sus versiones más modernas, pueden volver a encontrarse cara a cara en suelo ucraniano en los próximos meses.

El ejército iraquí tenía únicamente a favor la cantidad, un factor que, de todas formas, no fue suficiente para vencer en un choque feroz. Los testimonios de aquellas horas hablan de confusión, de vehículos norteamericanos de 60 toneladas que se lanzaban a toda velocidad a la carga y de los que se ha dicho que casi se limitaron a practicar el tiro al blanco gracias de su superioridad. De los 219 soldados estadounidenses fallecidos en aquella guerra, 154 perecieron en esta batalla, muchos de ellos por fuego amigo. La peor parte se la llevaron los iraquíes, que perdieron en la guerra entre 25 y 50.000 hombres.

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